Siervo de Dios

Padre Riverito

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Testimonios

“Lo que caracterizaba al P. Riverito era que nunca se le veía enojado, siempre trataba a todos con una tranquilidad y paz únicas. Los alumnos hacían travesuras, individuales o grupales, tanto dentro como fuera del aula. Cuando el P. Rivero se enteraba lo que hacía era acercarse, conversar y dialogar desde lo más fraterno… para eliminar dichas conductas. A veces lo llamaban a él para solucionarlo porque muy frecuentemente estaba por los patios. La verdad es que los alumnos lo respetaban muchísimo y, con sólo escucharlo, al momento cambiaban de actitud. Él tenía una paciencia y trato fraterno que era inigualable.

María Marcela Chup Quispe

Testimonio

“Recordando mi niñez, una de las etapas más bonitas de mi vida, me doy cuenta que el P. Serapio Rivero marcó mi personalidad con el sello agustiniano. Muchas veces me lo han observado parientes cercanos como mi padre; se preguntaba por qué era yo así, si él no me había formado de esa manera. Sonaba como una crítica…
pero en mi interior era un elogio, pues reconozco que, si alguna virtud pudiera yo tener, se lo debo a mi padre espiritual, el P. Serapio Rivero; de eso estoy seguro.

Héctor A. Hidalgo Barrantes

Testimonio

“Hace 7 años sentí problemas en mi estómago. A primeros de enero siguiente me descubren úlcera reventada. En unas semanas detectaron cáncer de estómago. Me hicieron pruebas en el Hospital Militar. El 13 de mayo del 2010 me operaron. Me encomendé a la Virgen de Fátima y la operación fue un éxito. Me quedaba…
la otra parte: la lucha contra la quimioterapia y radioterapia… Mi madre acudió al P. Pepe y le dio a mi madre el rosario que en vida usó el P. Serapio Rivero… Cuando yo tuve en mis manos el rosario… me emocioné mucho y comencé a encomendarme a él a través de María.  

María Marcela Chup Quispe

Testimonio

Oración del Siervo de Dios, Serapio Rivero, OSA

¡Oh, Señor Dios mío! Tú has prometido ensalzar a los humildes de corazón y a aquellos que enseñaron a los hombres la justicia, la paz y el amor, brillar como estrellas en el cielo, dígnate glorificar a tu hijo Serapio, haciendo que su nombre resplandezca entre los de tus santos y escogidos.

Multiplica, Señor, tus gracias en favor de los que las pidan por su mediación, haciéndote presentes la fe, el amor, la humildad y la fortaleza con que él te confesó en la vida; y concédenos que pronto veamos a la Iglesia, nuestra Madre, honrar su memoria, ofreciéndonos en tu servidor, P. Riverito un nuevo modelo a imitar.

Por Jesucristo, Nuestro Señor.

Amén.

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Siervo de Dios

Para ser Siervo de Dios, la Congregación para las Causa de los Santos examina y publica el informe Decreto Nihil Obstad, con lo cual nada impide el inicio del proceso de beatificación y canonización del Siervo de Dios.

Venerable

Para ser Venerable se examinan los documentos de los testimonios de personas que conocieron al Siervo de Dios, escritos y virtudes  y son estudiados por la Congregación para la causa de los Santos, quién los aprueba y reconoce en él virtudes heroicas, denominándolo así Venerable.

Beato

Para ser Beato se requiere que por la intercesión del Venerable se haya realizado un milagro y su posterior verificación por Cardenales, Obispos, Teólogos y Médicos. Si la persona es posible mártir no es necesario el milagro.

Santo

Para ser Santo se requiere que por la intercesión del Beato se haya realizado otro milagro y su posterior verificación por Cardenales, Obispos, Teólogos y Médicos. Si la persona es posible mártir solo necesita un milagro durante todo el proceso. 

El nombre de la persona se inscribe en el Libro de los Santos de la Iglesia y se le asigna un día de fiesta para la veneración litúrgica.

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Limosna

Participa en obras de caridad y actos de servicio para ayudar a los más necesitados, dando tu tiempo, tus talentos y tus bienes.

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Ayuno

Realiza diversas actividades cotidianas que impliquen un acto consciente de desprendimiento y que promuevan el autocontrol, como privaciones, ayunos y abstinencias. La finalidad es alcanzar mayor docilidad para seguir la voluntad de Dios.

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Oración

Dialoga con Dios, alábalo y pide que su Espíritu obre en nuestras vidas. Reflexiona en comunidad sobre las Escrituras. Asiste más a la Eucaristía. Participa en una jornada o retiro.