La parroquia Nuestra Señora del Consuelo llevó a cabo su Asamblea Sinodal Parroquial, como parte del camino sinodal que impulsa la Iglesia universal. Participaron activamente 65 miembros de la comunidad, entre laicos, religiosos, jóvenes y diversos agentes pastorales, reflejando la riqueza y diversidad del Pueblo de Dios. La asamblea se desarrolló bajo la metodología de la Conversación en el Espíritu, favoreciendo un clima de comunión, respeto y discernimiento comunitario.
El proceso fue liderado por el Fr. Humberto Ayala, OSA, junto a Betsy Luque y Néstor Espíritu, con el acompañamiento de un equipo de ocho laicos comprometidos que apoyaron como facilitadores. La asamblea permitió reconocer los desafíos que enfrenta la parroquia y, al mismo tiempo, sembrar propuestas concretas para avanzar hacia una Iglesia más sinodal, participativa y evangelizadora.

Frutos del discernimiento: unidad, liderazgo y misión
Durante la asamblea, se reconocieron desafíos significativos como la falta de unidad entre los grupos parroquiales, la necesidad de un liderazgo espiritual más cercano y el fortalecimiento de la formación en la fe. En respuesta, surgieron propuestas concretas orientadas a revitalizar la vida comunitaria, entre ellas: la formación de mensajeros parroquiales que favorezcan una comunicación más efectiva, el impulso renovado a la catequesis y la consolidación de comunidades misioneras que evangelicen a través del testimonio de vida.
El proceso continuará con una nueva sesión, en la que se profundizará en los frutos recogidos y se proyectarán acciones pastorales concretas.
Hacia una parroquia más sinodal
La Asamblea permitió experimentar con alegría los frutos de la Conversación en el Espíritu, una metodología que fue valorada por los participantes como un camino fecundo para el discernimiento comunitario. Se destacó especialmente el primer momento de compartir fraterno, vivido con naturalidad y profundidad, y se reconoció el silencio orante como una oportunidad de crecimiento interior, aunque aún desafiante para muchos. Esto motivó la recomendación de seguir fortaleciendo la formación espiritual de la comunidad.






Esta experiencia confirmó que caminar juntos, en actitud de escucha mutua y abiertos a la voz del Espíritu, es el camino que renueva la vida parroquial desde adentro, sembrando esperanza y comunión en el corazón de cada comunidad.