Peregrinación “Caminamos hacia Él guiados por María”

Del 28 de julio al 2 de agosto, un grupo de jóvenes, con el corazón dispuesto, emprendió una peregrinación de seis días por diversas localidades del norte del Perú, culminando en el Santuario de Guadalupe. La peregrinación, titulada “Caminamos hacia Él guiados por María”, fue organizada por Communio, movimiento juvenil agustino, e Inquietos, pastoral vocacional agustina. Contó con la coordinación y participación de Fr. Miguel Oblitas, OSA; Fr. Gustavo Moreno, OSA; Fr. Paulo Saavedra, OSA; y Fr. Gonzalo Cáceres, OSA, quienes acompañaron a los jóvenes a lo largo del camino.

Esta experiencia fue vivida como un tiempo de encuentro con Dios, de fraternidad y de misión, en el marco del Jubileo de la Esperanza. En cada pueblo, la comunidad local abrió sus puertas y su corazón para recibir a los peregrinos, compartiendo celebraciones eucarísticas, momentos de oración, espacios de diálogo y formación con jóvenes de la pastoral, así como gestos de hospitalidad y afecto que hicieron tangible la cercanía y la unidad de la Iglesia. 

El camino día a día

  • Lunes: La peregrinación partió desde la Catedral de Chiclayo rumbo a Pátapo (25 km). Allí, el P. Elmer Pérez, párroco de la parroquia Virgen del Carmen, junto con la comunidad, recibió a los peregrinos con alegría. La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía y un encuentro con jóvenes, donde se compartieron experiencias y testimonios de fe.
  • Martes: El camino continuó de Pátapo a Zaña. El párroco del templo de Santo Toribio, P. David Farfan, dio la bienvenida y, junto a los jóvenes de la pastoral, se reflexionó sobre la fe y el sentido del Jubileo de la Esperanza, resaltando cómo Dios acompaña a su pueblo en cada paso.
  • Miércoles: De Zaña a Mocupe, los peregrinos fueron acogidos por el párroco de la parroquia San Francisco de Asís, P. Dayan Aquino, y la banda de música Infinitum, que, con cantos y dinámicas animaron el recorrido. Este momento reforzó la idea de que en la misión también se vive alegría.
  • Jueves: El trayecto de Mocupe a Pacanguilla estuvo marcado por la hospitalidad de las familias de la ciudad, que ofrecieron sus hogares para el descanso de los peregrinos. Este gesto recordó la importancia de la acogida como signo del Evangelio.
  • Viernes: La llegada a Guadalupe estuvo precedida por un ingreso orante y cantado, en el que participaron todos los peregrinos. El P. Harly González, párroco del Santuario de Guadalupe, y la comunidad local dieron la bienvenida y celebraron juntos la misa, agradeciendo por el camino recorrido.
  • Sábado: La peregrinación concluyó con una misa en la “capilla oculta” de la Virgen de Guadalupe, donde se puso bajo su intercesión los frutos de la experiencia. Un almuerzo fraterno dio por finalizada la peregrinación, fortaleciendo los lazos de comunión y fraternidad entre todos los participantes.

Testimonios que fortalecen el camino

“Algo que rescato enormemente de Communio, en el año y medio que camino con ustedes, es el nivel de vida en comunidad: aprender del detalle, del gesto silencioso, de la ayuda desinteresada y de la generosidad constante. Todos vamos hacia el mismo horizonte, solo que en caminos diferentes.” – Allison Rivero, peregrina.

“Caminar con ustedes ha sido un honor y una alegría. Su cariño y cuidado han sido fortaleza en el camino. Para mí, también ha sido una experiencia de renovación espiritual, sobre todo mariana, y ustedes han sido parte de ella.” – Fr. Gustavo Moreno, OSA.

“Nos alegra el corazón ver a jóvenes decirle ‘sí’ al Señor, en medio del ruido y los miedos. Que todo lo vivido sea fecundo en sus vidas. Qué bonito es ser Iglesia.” – Feligresa.

Una peregrinación que une en la fe y la fraternidad 

En cada etapa, los peregrinos reafirmaron el valor de caminar juntos, de sostenerse unos a otros y de aceptar la ayuda fraterna cuando las fuerzas disminuyen. Hubo momentos para la liturgia de las horas, para el silencio contemplativo, para la alegría compartida y para reconocer que la verdadera meta no era únicamente llegar a Guadalupe, sino crecer en la fe y en la fraternidad durante el trayecto.

La experiencia se convirtió en un testimonio vivo de las palabras de San Agustín: “Dado que hablamos del camino, comportémonos como si fuéramos de camino: los más ligeros, esperen a los más lentos y caminen todos a la par” (Sermón 101,9).

Finalmente, un reconocimiento especial a los párrocos que acogieron y acompañaron con generosidad a los peregrinos en cada etapa del camino: P. Elmer Pérez (parroquia Virgen del Carmen, Pátapo), P. David Farfán (templo de Santo Toribio, Zaña), P. Dayan Aquino (parroquia San Francisco de Asís, Mocupe) y P. Harly González (Santuario de Guadalupe). Su servicio pastoral fue signo de comunión y de fraternidad.