El texto se centra en el análisis iconográfico de dos series de pinturas que suman en total setenta y cinco lienzos sobre la vida de San Agustín, realizadas en la ciudad del Cusco en el siglo XVIII. Una de ellas conservada en el convento de San Agustín de Lima, del pincel de Basilio Pacheco y taller, y la otra de autor anónimo del círculo de Antonio Vilca, que está en el claustro principal del convento de La Merced del Cusco, desde el siglo XIX.
En el estudio se destaca el aporte realizado por los pintores cusqueños a la iconografía del Santo de Hipona en el mundo y las características particulares en su relación con algunas fuentes grabadas, flamencas y germanas, donde los artistas muestran escenas de su etapa profana, antes de su conversión y posteriormente la importancia de San Agustín como pilar de la iglesia católica.