Por: Liliana Tapia, Coordinación de laicos y fraternidades agustinianas seculares de la Provincia de Nuestra Señora de Gracia del Perú
El 13 y 15 de septiembre quedarán grabados en mi memoria y en el corazón como dos de los días más significativos que he vivido como laica agustina. Estar en Roma, participando del 188º Capítulo General Ordinario de la Orden de San Agustín, fue un privilegio y una enorme responsabilidad: llevar la voz de los laicos de nuestra Provincia y, a la vez, compartir el camino común que se construye en fraternidad.
El primer día la jornada inició temprano, con la misa y la oración de laudes presididas por el P. José Alberto Escobar, OSA. Sus palabras resonaron con fuerza en mi corazón: vivir con autenticidad y sencillez, reconocer nuestras fragilidades y dejar que la gracia de Dios nos transforme en gratitud y servicio.


La voz de los laicos en el Capítulo
13 de septiembre – Reflexión sobre la vocación laical
En la sesión capitular del 13 de setiembre se abrió el espacio para reflexionar sobre “Los miembros laicos de la Orden de San Agustín: una visión general y los retos para continuar”, presidido por el P. Edward Daleng, OSA, coordinador de la Comisión para el Movimiento Laical Agustiniano.
Junto a mí, presentaron también Luis Arana Tagle (Provincia de San Juan Stone, Inglaterra y Escocia) y Rachael Kama (Provincia de Australasia). Compartimos avances, desafíos y propuestas que marcan el presente y futuro de nuestra vocación laical agustiniana.
Hablamos de los pasos dados desde 2019, como la propuesta de una estructura internacional, regional y local para fortalecer la interconexión a través de los Estatutos para los Fieles laicos agustinos; de iniciativas como los grupos transfronterizos y los cursos de espiritualidad agustiniana que ya enriquecen a tantos hermanos y hermanas, así como de los frutos alcanzados en el V Congreso de laicos agustinos del 2024.
Asimismo, hicimos un recorrido sobre la situación de las fraternidades agustinianas y los movimientos laicales en las diversas regiones. También pusimos sobre la mesa los retos actuales: la fragmentación de los grupos y movimientos laicales, en particular los de jóvenes; la necesidad de fortalecer la identidad agustiniana y el sentido de pertenencia a la Orden a través de la formación conjunta y de proyectos que nos integren; la importancia de fortalecer los vínculos entre los laicos de cada región (y a nivel global); y la necesidad de desarrollar y consolidar el liderazgo de los representantes laicos regionales y de circunscripciones.
En ese sentido, existen diversas oportunidades que podemos aprovechar, como la presencia digital y los grandes eventos, como la JMJ 2027 o los encuentros regionales agustinos. Finalmente, presentamos algunas recomendaciones para el camino a futuro: consolidar los Estatutos de los laicos agustinos, crear vínculos regionales permanentes, impulsar proyectos comunes, y apoyar a fraternidades y movimientos laicales, en especial, en aquellos lugares donde la presencia agustina es más reducida.
Escuchar la gratitud de los capitulares por nuestras aportaciones fue un signo claro de que los laicos somos parte viva y activa de la Orden.
15 de septiembre – Un día de comunión y esperanza
El 15 de septiembre, gracias a la invitación del padre Joseph Farrell, OSA, Prior General de la Orden, la asamblea dedicó un tiempo de diálogo entre los frailes capitulares, las religiosas y los laicos. Fue un espacio para profundizar en cómo podemos colaborar mejor: de qué formas acompañarnos mutuamente, cómo compartir nuestros apostolados y hasta cómo promover nuevas presencias donde los superiores y la Iglesia local lo consideren necesario.
Ese mismo día vivimos un momento muy especial: la visita del Papa León XIV al Capítulo. Su presencia fue un signo de cercanía y comunión.
Al escucharlo hablar sobre interioridad, formación y misión, sentí que sus palabras también abrazaban nuestro compromiso como laicos. Al preguntarle al Santo Padre sobre cuál consideraba que debería ser el rol de los laicos agustinos en la Orden, sus palabras resonaron como un llamado a vivir plenamente nuestra identidad a través de la vida comunitaria y cotidiana: nos invitó a vivir la belleza de compartir el don del carisma agustiniano plenamente, hacer propio el Veritas, Unitas, Caritas y el ser hijos e hijas de San Agustín.
Reafirmó su convencimiento de que, a través de nuestros dones, con alegría y compromiso, también estamos llamados a contribuir a la Evangelización desde nuestro rol como laicos. Solo tengo palabras de gratitud por su cercanía y este aliento que nos motiva a seguir caminando juntos.





Al concluir estas jornadas, la amistad, la oración, la fraternidad y el discernimiento se unieron para recordarnos que la vocación agustina, vivida como religiosos o laicos, tiene un mismo horizonte: servir con amor a la Iglesia y a quienes más lo necesitan.
Esta experiencia renovó en mí la convicción de que los laicos tenemos un lugar vital en la misión y el carisma de San Agustín.
Fotos: Order of Saint Augustine





