La Pandemia no puede seguir siendo una excusa

Es un hecho concreto que todos vivimos y sufrimos los efectos de la pandemia. En el Perú, según el MINSA (2023) se registran cerca de 220 mil fallecidos por COVID-19 y según el INEI (2021) sólo en el 2020 más de 2.2 millones de personas perdieron su empleo.

En el sector educación, estuvimos lejos de las aulas por casi 2 años, uno de los tiempos más extensos en el mundo.  Alrededor de 5000 colegios privados quebraron (Universidad de Lima, 2021), 245 mil estudiantes de  educación básica interrumpieron sus estudios en el 2020 (MINEDU, 2021) y según el Banco Mundial (2021) el cierre de las escuelas durante dos años significará un retraso de 2.4 años en la educación.

Las cifras son desoladoras y nos han tocado directamente. Sin embargo, no todo ha sido malo; hemos dado un gran salto en la adquisición de las competencias tecnológicas, el trabajo colaborativo, el desarrollo de valores como la empatía, la solidaridad, la resiliencia, etc.

Las disposiciones del Ministerio de Educación durante la emergencia por la pandemia han sido direccionadas principalmente en dos aspectos. El primero orientado a adecuar las programaciones y evaluaciones de los estudiantes, reduciendo las competencias y los niveles de logro en relación a lo mencionado en el Currículo Nacional. El segundo, dirigido a trabajar la dimensión emocional de los estudiantes, de manera que puedan aceptar los duelos, que muchos han tenido que atravesar y reincorporarse a la rutina social, que se perdió parcialmente por el aislamiento. 

Las medidas tomadas durante esos años fueron adecuadas y respondían a las necesidades que demandaba la coyuntura. No obstante, tuvieron como resultado que algunos profesores dejaran pasar por alto ciertas ocurrencias y dificultades, de la misma manera que algunos estudiantes tomaron como excusa estas circunstancias para evitar que se les exigiera más de lo que querían o podían dar.

Pero hoy la situación es distinta. Debemos trabajar con nuestros estudiantes para tomar de manera distinta todo lo vivido. Es necesario enfocarnos en tomar todo lo sucedido como un punto de aprendizaje, incorporándolo en nuestra historia personal y fortaleciéndonos con ello. La pandemia ya no puede ser una excusa para dejar de hacer cosas, para ser eximidos por no conocer ciertos temas o por no haber desarrollado ciertas competencias.

Quienes vivimos durante la época del terrorismo, estudiabamos con velas y con un miedo constante al estallido de las bombas. Nuestros procesos de aprendizaje se vieron perturbados y sufrieron cambios. A pesar de ello, las exigencias del entorno universitario y laboral no cambiaron. La vida continuó. 

Hoy necesitamos que todos los miembros de nuestras comunidades educativas trabajemos en dos sentidos: 1) Tomar todas las experiencias y aprendizajes obtenidos durante la pandemia para explicar nuestra realidad social y personal para seguir creciendo a partir de ello. 2) Abandonar la idea de que esta experiencia es una excusa para todo los que nos resulta complicado o retador.

Autor: Alberto Pool – Director División de Instituciones Educativas

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